3 de agosto de 2020

Rumbo al 2021: dos frentes y dos discursos predominantes

Primera Parte


En diez meses celebraremos elecciones que seguramente darán una nueva configuración al panorama político del estado y también del país. La pandemia del covid-19 y los efectos de la misma en la economía, son dos nuevos elementos que junto con los que surjan sobre la marcha, inevitablemente se adicionarán a los factores existentes para de esta forma definir el rumbo de las campañas y sus resultados. En un abrir y cerrar de ojos estamos prácticamente en las postrimerías de los comicios que serán el mejor termómetro del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador y de la 4T, pero también la oportunidad para que sus adversarios muestren si cuentan con la capacidad de reagruparse y sobreponerse al fuerte golpe recibido en el 2018.
En Colima el panorama no solamente es interesante por lo anterior, sino por una alta probabilidad de que el estado transite hacia la alternancia. Además de ello, el contexto político local cargado de aspirantes y partidos, encierra una serie de enigmas que en el último trimestre de este 2020 deberán resolverse o al menos comenzar a definirse con mayor nitidez.
Prevengo al lector que el breve análisis que pretendo hacer en estas líneas, no busca mostrar incongruencias, afinidades ni mucho menos descubrir quién tiene la razón, y mucho menos definir quién es honesto o corrupto, o cuál de las partes miente o muestra los argumentos que se aproximan a la verdad. Mi propósito en este escrito aborda las cosas desde otra perspectiva, pues solo busco realizar un esbozo de análisis sobre lo que se hace, lo que se dice y cómo esto es usado para influir en la percepción ciudadana para preparar el terreno, el campo de batalla, rumbo al proceso electoral del 2021.


El escenario y las partes contendientes

La versión local del enfrentamiento nacional entre la Cuarta Transformación –Morena y PT-, con las principales fuerzas opositoras, esto es PAN, Movimiento Ciudadano y PRI, también integra una vertiente importante del sector empresarial, algunas organizaciones sociales, un amplio sector de la prensa y partidos en formación, como el vinculado al ex presidente Felipe Calderón. Lo peculiar del contexto colimense es que mientras el frente local adverso a la 4T es muy parecido al que diariamente vemos en el plano federal confrontando al presidente, su contraparte, los “lopezobradoristas” colimenses que aquí son oposición, no muestran la misma uniformidad al momento de defender su proyecto y sostienen diferencias significativas en su discurso que se extienden a las relaciones y vínculos con el grupo local gobernante.

De ahí que los señalamientos locales emprendidos contra la 4T local, se orienten particularmente hacia el ala más radical de ésta, la más crítica del gobierno priista, y que en consecuencia, sea ésta misma corriente la que desde la 4T tenga prácticamente la exclusividad del discurso crítico hacia el grupo gobernante y sus aliados, tanto los temporales como los permanentes.


Definiendo el problema y la necesidad.

Es así como de frente al 2021 y en plena pandemia del covid-19, tenemos desde el plano discursivo dos polos opuestos: por una parte el de la 4T radical confrontada con el priismo, y por la otra, el identificado precisamente con el PRI y el gobernador del estado, con el cual se han alineado o coinciden, al menos temporalmente, otras fuerzas y actores políticos que en otros tiempos y circunstancias habían sido antagónicos con oficialismo local. Posiblemente algunos de estos retomarán su propio camino una vez que se defina el panorama de las alianzas y pulsen la aceptación de sus prospectos a candidatos, pero mientras tanto sus discursos difícilmente podrán sobresalir en el conflictivo escenario local, sobre todo porque su alineamiento no les permite deslindarse, así como dejar de compartir algunos intereses y causas con el priismo peraltista.

En consecuencia tenemos en el día a día, en redes sociales cargadas de memes, videos y noticias falsas, en la prensa, radio y televisión, en las calles, en las conversaciones entre amigos, en la sobremesa con la familia, en el taxi y en cada espacio de nuestra vida social, dos discursos predominantes que representan a dos bandos antagónicos que hasta el momento solo han apostado a desgastar al adversario. El primero con orígenes tan diversos como las propias entrañas del PRI, sumado y enriquecido por cuestionamientos de opositores, un pequeño sector de la prensa y gran parte de la opinión pública, mismo que impregnó el ambiente social y político colimense desde los inicios del sexenio, con señalamientos y reclamos sobre el ejercicio de un gobierno distante de la sociedad, con serios problemas y deficiencias en materia de seguridad, dificultades económicas, incumplimientos de prestaciones a trabajadores, además de ser cuestionado por el uso indebido de recursos públicos y presuntos actos de corrupción. El advenimiento del fenómeno de la 4T previo a las elecciones del 2018 profundizó la consistencia de este discurso, pero los resultados de dicho proceso electoral, así como las constantes evaluaciones de diversas empresas consultoras, muestran los efectos en las evaluaciones del gobernador y el lugar que ocupa su partido en las encuestas.

La contraparte, la vertiente radical de la 4T, el ala del lopezobradorismo colimense que es más crítica y distante del gobierno estatal y del partido en el poder, representa el otro extremo de la batalla pre electoral. Actores políticos como la alcaldesa de Manzanillo Griselda Martínez, la delegada estatal de Programas para el Desarrollo de Colima, Indira Vizcaíno, y un grupo de legisladores locales, entre los que destaca el coordinador de la bancada de Morena en el Congreso del Estado, Vladimir Parra Barragán, son blanco permanente de mensajes adversos que exhiben sus contradicciones, que difunden sus errores y omisiones, que posicionan en el debate sus debilidades y señalamientos de falta oficio político, inexperiencia, compromisos incumplidos, aspectos de la vida privada, división interna y excesos de todo tipo.

Ambos discursos negativos, lejanos a las propuestas y hechos para el contraste, confrontados desde polos opuestos de manera intencionada o a veces hasta inconsciente, vierten sus contenidos en la sociedad, buscando influir a través de la operación política, medios de comunicación y redes sociales sobre la percepción ciudadana. El grado de penetración de cada uno indudablemente representa la posibilidad avanzar terreno adelante, de sumar victorias en batallas previas a la guerra electoral del próximo año.

¿A dónde vamos?

Faltan diez meses para la elección y son demasiadas cosas las que deben ocurrir antes que inicien las campañas, las cuales podrán alimentar con nuevos ingredientes, protagonistas y proyectos la oferta política. El establecimiento de alianzas seguramente obligará a quienes las conformen a definirse por cualquiera de los dos extremos vigentes, o probablemente a optar por ubicarse en algún punto intermedio que pueda representar un equilibrio atractivo para los votantes.

La definición de dos posturas, que exponen cada cual a su manera, con sus recursos y argumentos problemáticas contrapuestas de la realidad en que estamos inmersos, crean automáticamente la necesidad del surgimiento de una opción distinta a cada una de ellas: por una parte la de un proyecto local honesto, transparente, cercano a la sociedad y que cumpla los compromisos establecidos ; y por la otra, la de una opción que posea experiencia, congruente, con oficio político y capaz de dar estabilidad, rumbo y certidumbre a Colima.

Sin embargo las propuestas y discursos de quienes sean los próximos candidatos deberán enriquecerse con otros elementos y factores. Por ejemplo, habrá que esperar la evolución de la pandemia y cómo salgan librados de la misma tanto el presidente Andrés Manuel López Obrador como el gobernador Ignacio Peralta. El cómo perciba la sociedad la  reacción y desempeño de ambos mandatarios ante los efectos del covid-19 será un factor muy importante en la construcción de mensajes, propuestas y desde luego, de las estrategias.

También habrá que considerar, en los diferentes momentos de toma de decisiones, esto es de alianzas, definición de candidaturas e inicio de precampañas y campañas, cuáles son los problemas y situaciones que más preocupan, molestan o representan los anhelos del electorado colimense. Por el momento no puedo asegurar que los discursos dominantes estén fielmente basados en lo que preocupa y quiere la sociedad colimense; más bien parece que están enfocados en el cumplimiento de objetivos previos y en la pertinencia de exponer las debilidades y errores del adversario. Partidos y candidatos deberán considerar que si en la “normalidad” anterior había fluctuaciones constantes en el sentir de la sociedad, en la presente coyuntura existen razones de sobra para que sus discursos y propuestas se construyan a partir de investigaciones sobre lo que piensa y quiere el electorado. Y más porque la pandemia con sus efectos actuales y posteriores en la salud y la economía, pondrán a prueba la eficiencia de gobiernos, la habilidad de políticos y la creatividad de quienes tengan a su cargo el diseño de cada estrategia en un escenario que por llamarlo precavidamente, podría calificarse como inesperado.