En la primera ronda de preguntas hablaron de cómo fue su proceso de ingreso a la Universidad. Comentaron que en un principio fue un poco complicado, al desconocer las formas en que la institución les podía dar el acompañamiento que requerían y sobre todo porque algunos de ellos no sabían aún la condición neurodiversa que presentaban.
En otra ronda comentaron que debido a la condición que viven han evitado muchas oportunidades debido a la ansiedad e inseguridad que les genera tener que integrase en grupos y ambientes nuevos.
Lo positivo, dicen, es que la convivencia diaria les ha ayudado a poder desarrollarse.
Sobre los retos de su vida diaria como estudiantes, señalaron que la socialización, el trabajo en equipo y los estímulos sensoriales en las aulas ha representado parte de los obstáculos que tienen que enfrentar. También la regulación de las emociones personales, adaptarse al ritmo de los demás estudiantes y las exigencias propias de la carrera.
Entre las estrategias que han tenido que desarrollar para adaptarse a la vida escolar están el aprender de su propia neurodiversidad y convertir lo aprendido en la escuela en un aprendizaje significativo, así como aprender a tratarse bien personalmente y entender que la suya no es una condición voluntaria.
Recomendaron, a quienes tienen una condición similar, hacerles saber a directivos, maestros y compañeros acerca de su neurodivergencia, para que les puedan brindar el apoyo necesario en el diseño de estrategias que les ayuden a su permanencia escolar.
Sobre la respuesta de las y los docentes hacia sus neurodiversidades, agradecieron la sensibilización e interés que muestran sobre el tema y la atención que les proporcionan como estudiantes con esta condición.
A manera de conclusión, la moderadora Minerva Ortiz Valladares comentó que lo expuesto por las y los alumnos “es un llamado a quien ejerce la docencia para sensibilizarse y prepararse para atender a los estudiantes de acuerdo con sus necesidades”, lo que implica una preparación sobre el tema.